domingo, 6 de junio de 2010

HistoriA de un RegalO SingulaR

Leyó de nuevo aquél párrafo “El amor es un fuego inextinguible, un hambre insaciable”. Cerró el libro. Sonrió.

Recordó que su corazón cambió cuando volvió su suerte. Olvidó su estado deprimido y recibió con entusiasmo el propósito de conquistar esa idea en su mente nueva.

Su corazón se tornó juguetón y durante aquel día permitió que sus puertas permanecieran abiertas a la redondez del mundo. Imaginó que era domingo, porque los domingos recogía los demás días de la semana para coserlos a su manta de sueños.

Ese día encontró un pedazo de una mañana de sábado. Y se la guardó en el bolsillo para hacer un regalo al alma. La ultima vez que el corazón vió al alma estaba desnuda y quedó prendado de su belleza.

Su alma hoy llevaba flores enredadas en el pelo, para la ocasión.

Vestido de emociones y calzado de satisfacción, observó su reflejo, pues la cara es el espejo del alma. Allí su corazón besó su alma y ésta le regaló las flores que arrancó de su pelo.

Emocionado, le regaló la manta de sueños que estaba tejiendo. Y éstos se escurrieron rápidamente por el desagüe de su quimera, pues esos sueños eran exclusivos para corazones convalecientes, y no para almas engalanadas.

Pero no le importó, porque aún guardaba en su bolsillo aquel pedazo de mañana de sábado…

sábado, 1 de mayo de 2010

L'AmorE DentatO II

Es justo que las situaciones tengan su réplica, pero ¿dónde está el límite? Esas ocasiones que le salen al paso no pueden nunca ser controladas por la seguridad de la perfección que invade su voluntad. El mordisco de los dientes de la pasión es improvisado pero no incontrolable, y no se atrevería a imaginar cuál es la fuerza impulsora de esas mandíbulas hambrientas y ávidas de lujuria.

¿Es la carne tan débil que se deja envenenar por el hálito de una boca libidinosa?

¿Es la mente tan traidora que se deja llevar por la voluptuosidad de una lengua ingenua?

Relegó al destierro la campana indiscreta que había despertado de nuevo su oído. Atusó su cola y avanzó con paso firme, enderezando los cuernecillos de su cabeza. Con el tridente azuzó las llamas (para que no se extinga el fuego) y se sentó en su trono a meditar, pero no encontró palabra alguna que estuviera inventada para describir la agonía del que aguarda, olvidando rancios hábitos perversos (pero con la convicción de la verdad más absoluta) y sin recordar la inconsciencia de la candidez olvidada.

Sin más dilación, introdujo una moneda en la ranura de la cabina y marcó el número de teléfono mientras una chispa traviesa inundó su mirada.

domingo, 18 de abril de 2010

cumpleaños nº 40

La nostalgia trajo de nuevo a la sirena a aquella playa solitaria. Hoy volvía a ser su cumpleaños y sus pies cansados ya no querían caminar más.

En aquel escenario irreal todavía permanecían sus huellas sobre la arena, y entre las rocas aún había esparcidos pedacitos de vidrio de aquella botella… como si hubiese sido ayer.

Recordó cada instante desde la última vez que estuvo allí. Sonrisas (por los momentos buenos) y lágrimas (porque también los hubo malos) se representan como ingredientes en la coctelera de su corazón y se mezclan para derramarse en su cabeza, que ahora es un recipiente donde se deshacen los pensamientos sin sentido cual cubitos de hielo al sol.

¿Somos lo que vemos? ¿O lo que nos mira por dentro?

Sumida en el solipsismo más absurdo, se da cuenta de que hoy no suena ninguna canción.

Sólo paz. De cómo le habla el mar entre sus rincones.

Sólo silencio. De cómo el sonido de las olas acalla sus temores.

Sólo sueños…

Despierta, como nunca antes lo había estado, miró su reloj. Llevaba una eternidad con las agujas en esa posición. Quizá ahora empezaba a entender esa desincronización que le rodeaba.

Acontecimientos de una vida que llegaban o demasiado pronto…o demasiado tarde…

Pero ese reloj no tenía agujas. Recordó que un día decidió esconderlas para poder elegir el momento en que vivía. Sin prisas, aún a riesgo de estar desincronizada con todo lo demás. Y todo pareció tener sentido otra vez.

Sonrió. Por primera vez en muchos segundos fue feliz. Y entonces decidió volver. Caminó, por última vez, lentamente, sobre la tibia arena para acercarse al mar, su mar, su casa, mientras notaba como sus pies desaparecían a medida que se sumergía. Nadaba mecida por la espuma de las olas y la brisa del atardecer. La luna le dio la bienvenida. Se alejó mar adentro y sus lágrimas formaron parte del mar cuando se giró para no olvidar jamás aquellas huellas, que siempre quedarán. En aquella playa solitaria. Y ya nunca más volvería la vista atrás.

Nunca más.

Su reloj quedó sobre las rocas …

martes, 9 de marzo de 2010

LuLú

...de pronto la vida surge.
Y todo cambia...

(10-02-10)

viernes, 15 de enero de 2010

En 4 ParedeS

...

(Observo las letras danzantes en mil pedazos de papel manuscritos salpicando la mesa.

Ojeo con cariño los minúsculos dibujos en las esquinas de las páginas de un libro)

- ¿Qué fortuna guardas en esas cajas?

- Retales de una vida encerrados entre estas cuatro paredes…

…ahí dentro se desvanecen mis tesoros virtuales sin valor aparente, entre esas cajas apiladas para desterrar de mi historia.

- ¿Y no los echarás en falta?

- Sólo echaré en falta miles de cartas sin escribir para no decir lo que no he dicho. (Ahora únicamente son recuerdos flotantes que ya no son útiles, que ocupan espacio en la memoria y que sólo hacen daño porque acaban convirtiéndose en fantasmas que aparecen en momentos de soledad)

En realidad da igual… porque ya han perdido todo interés y significado para mí.

- ¿Cuánto has amado?

- No importa a quién ni cuánto hayas amado, porque siempre puedes amar a alguien más, cómo nunca habrías imaginado. Y relegas sin indulgencia a quien había en su lugar.

- Entonces... ¿El tiempo todo lo borra?

- No te engañes cielo, somos nosotros quienes borramos los malos recuerdos. Con el tiempo sólo guardamos los buenos… si no ¿para qué arriesgarse una vez más?

- En mi desierto imaginario, ayer veía dunas de polvo al caminar sobre la arena, polvo que no me dejaba ver y me hacía dar un traspiés, sin caerme. Como un ciego con ojos nuevos.

- En mi océano particular, ayer veía nubes de espuma al nadar bajo el agua, espuma que me impedía salir a coger aire, sin ahogarme. Como un pez atrapado en un cubo de playa.

- Hoy yo sólo te veo a ti, pero este calor aturde mis sentidos y nubla mi razón.... ¿o será porque estás junto a mí?… mi oasis de acogida.

- Pues… Bienvenida alegría. Adiós tristeza. Déjame mirarte otra vez…

Apenas recuerdo qué había antes de ti…

- …