sábado, 1 de mayo de 2010

L'AmorE DentatO II

Es justo que las situaciones tengan su réplica, pero ¿dónde está el límite? Esas ocasiones que le salen al paso no pueden nunca ser controladas por la seguridad de la perfección que invade su voluntad. El mordisco de los dientes de la pasión es improvisado pero no incontrolable, y no se atrevería a imaginar cuál es la fuerza impulsora de esas mandíbulas hambrientas y ávidas de lujuria.

¿Es la carne tan débil que se deja envenenar por el hálito de una boca libidinosa?

¿Es la mente tan traidora que se deja llevar por la voluptuosidad de una lengua ingenua?

Relegó al destierro la campana indiscreta que había despertado de nuevo su oído. Atusó su cola y avanzó con paso firme, enderezando los cuernecillos de su cabeza. Con el tridente azuzó las llamas (para que no se extinga el fuego) y se sentó en su trono a meditar, pero no encontró palabra alguna que estuviera inventada para describir la agonía del que aguarda, olvidando rancios hábitos perversos (pero con la convicción de la verdad más absoluta) y sin recordar la inconsciencia de la candidez olvidada.

Sin más dilación, introdujo una moneda en la ranura de la cabina y marcó el número de teléfono mientras una chispa traviesa inundó su mirada.