martes, 18 de marzo de 2008

Un TontO y UnA TizA


Al principio mi mano escribía sola, frases sueltas sin sentido. Ahora está aprendiendo a hilvanar pensamientos en la tela diaria. Y ha aprendido a responder casi inmediatamente en el medio que se le da mejor, escribiendo por qué desconfía de aquell@s que se indignan ante la injusticia y protestan contra todo lo que parece estar mal. Protestar quizá es una prueba de que no han atravesado ningún infierno o sufrimiento, y por eso tienen que demostrar al mundo lo mucho que sufren, pero en realidad no es más que un sentimiento de culpa y mala conciencia, disfrazado de indignación para no verse realmente como son.

Y es que, creo que hay preguntas que están incompletas o, a mi parecer, mal enunciadas. Todo eso que formulan cambia mucho si se tiene o no se tiene dinero, es decir, desde su punto de vista o desde el del desgraciado. ¿Qué haría yo? Pues, poniéndome en situación, creo que poner el contador a cero. O no. La sucesión de situaciones, ya sean justas o injustas, nos han hecho ir avanzando hacia un camino que según la Iglesia nos aboca a “su infierno” (véase sino los nuevos siete pecados que se han inventado), pero para la mayoría de conciencia inteligente es simple evolución. Hemos hecho una elección y todo sigue su curso. Aunque si el contador se pone a cero, creo que acabaríamos en el mismo punto en el que ahora estamos.
Y no sólo habría que desconfiar de los mensajes de la Santísima Institución de la Iglesia, habría que actuar igual con esos mensajes que se nos envía electrónicamente, en los que los desconocidos que los escriben me da la sensación de que están como indignados por ¿la pobreza? ¿el hambre? ¿las guerrillas? ¿el poder?. Mientras ellos están cómodamente sentados detrás de su ordenador conminándonos a contribuir en “sus causas” parapetadas de moralidad escandalizada porque los demás no hacemos nada. ¿No te jode?

Hay quien critica la mendicidad, cuando no sabe que a veces se elige valientemente como modo de vida, para alejarse de la hipocresía diaria o de la rutina, o qué se yo. Pero ¿acaso sabemos si hay más personas dispuestas? Yo sé mi respuesta, también la versión contraria ¿cuántos más pueden discrepar y aumentar el abanico de posibilidades? Yo cada mañana veo las mismas caras, oigo las mismas voces, hago casi las mismas cosas. Parece que me disguste ¿no? pero no es así. Suena a rutina pero es mi rutina. Y me costaría cambiarla, claro que sí, porque si entras en la rueda se nos impone un estilo de vida en el que echamos el ancla y después nos cuesta dejar amarras. Pero quizá un día, harta de todo y de todos, coja mi bolsa y mi carrito y me eche a la calle. Hay quien no lo elije. Otros sí. Recuerda: Que una tiza no nos gusta a todos los tontos.