domingo, 18 de abril de 2010

cumpleaños nº 40

La nostalgia trajo de nuevo a la sirena a aquella playa solitaria. Hoy volvía a ser su cumpleaños y sus pies cansados ya no querían caminar más.

En aquel escenario irreal todavía permanecían sus huellas sobre la arena, y entre las rocas aún había esparcidos pedacitos de vidrio de aquella botella… como si hubiese sido ayer.

Recordó cada instante desde la última vez que estuvo allí. Sonrisas (por los momentos buenos) y lágrimas (porque también los hubo malos) se representan como ingredientes en la coctelera de su corazón y se mezclan para derramarse en su cabeza, que ahora es un recipiente donde se deshacen los pensamientos sin sentido cual cubitos de hielo al sol.

¿Somos lo que vemos? ¿O lo que nos mira por dentro?

Sumida en el solipsismo más absurdo, se da cuenta de que hoy no suena ninguna canción.

Sólo paz. De cómo le habla el mar entre sus rincones.

Sólo silencio. De cómo el sonido de las olas acalla sus temores.

Sólo sueños…

Despierta, como nunca antes lo había estado, miró su reloj. Llevaba una eternidad con las agujas en esa posición. Quizá ahora empezaba a entender esa desincronización que le rodeaba.

Acontecimientos de una vida que llegaban o demasiado pronto…o demasiado tarde…

Pero ese reloj no tenía agujas. Recordó que un día decidió esconderlas para poder elegir el momento en que vivía. Sin prisas, aún a riesgo de estar desincronizada con todo lo demás. Y todo pareció tener sentido otra vez.

Sonrió. Por primera vez en muchos segundos fue feliz. Y entonces decidió volver. Caminó, por última vez, lentamente, sobre la tibia arena para acercarse al mar, su mar, su casa, mientras notaba como sus pies desaparecían a medida que se sumergía. Nadaba mecida por la espuma de las olas y la brisa del atardecer. La luna le dio la bienvenida. Se alejó mar adentro y sus lágrimas formaron parte del mar cuando se giró para no olvidar jamás aquellas huellas, que siempre quedarán. En aquella playa solitaria. Y ya nunca más volvería la vista atrás.

Nunca más.

Su reloj quedó sobre las rocas …

5 comentarios:

manu dijo...

Texto profundo y reflexivo. Esa cuestión de no olvidar siempre necesaria, esos momentos en donde uno debe recordar la risa, el llanto, lo vivido; tener ese licuado mental, ese diálogo con uno mismo, alterar las premisas, refutar los axiomas, modificar las teorías…y así seguir viaje, hacia donde tenga que ser.

Te mando un beso

Unknown dijo...

En el texto que enlazas a la sirena con el "cumpleaños nº39" dices que ésta interrumpió en el tiempo aquel viaje por donde escapa la vida... Sí, la vida es un viaje, pero uno en el que no se debería transitar ebrio de recuerdos, por muchas "botellas" que se encuentren durante el trayecto, porque no sabremos a dónde nos lleva.
Me han gustado mucho los dos post de la sirena. Muy profundos.

Besos!

helga dijo...

Gracias Manu. De vez en cuando va bien realizar un inciso en el viaje para descifrar ese auto-diálogo y digerir un poco el licuado mental que nos importuna.
Otro beso para ti!

Jaume, la cuestión no es "a dónde nos lleva" sino "cómo nos lleva". ¡Cuántas veces necesitamos ser otro para creer lo que somos! como la sirena ;)
Un beso

Anónimo dijo...

¡cuánto tiempo sin entrar a leerte! he de encontrar más tiempo para pasar más a menudo por aquí.
Me gusta eso del reloj sin agujas para ralentizar la fugacidad de la vida.
Un abrazo, y feliz cumpleaños :)
Marta

helga dijo...

Inevitable fluir del tiempo :)
Un abrazo Marta!

y espero que no espacies tanto tus visitas!