Pero sí que vino, la vió de lejos, acercándose sonriendo. Se quedó inmóvil, notando como un líquido cálido resbalaba por su cara. ¿Eran lágrimas? No recordaba cuándo fue la última vez que lloró. Ni tan sólo recordaba cuanto tiempo había estado allí sentada. Cuando la tuvo a su lado ni siquiera parpadeó. Quería acariciarla, quería besarla, pero su cuerpo no reaccionaba. Bajo su pecho notaba como algo se marchitaba. Vida se fue y ella se quedó allí, estática. Palomas inquietas revoloteando sobre su cabeza le indicaban que la tarde arreciaba. La lluvia no cesaba, y se dio cuenta de que no lloraba. No eran lágrimas lo que notaba, eran las gotas de lluvia que la golpeaban.
Y allí sentada, asumiendo su condición de estatua, vio alejarse a la gente que la observaba, hasta que se quedó sola en la oscuridad. Ella y la luna que la velaba, en ese banco que sería ahora su casa.
7 comentarios:
Ciertamente uno llega a la abstracción total, casi una madera, algo ajeno, seco y cansado. Ciertamente sucede, ciertamente no sé como se vuelve.
Salutes!
...a veces hay situaciones que nos dejan inmóviles e impasibles, como estatuas.
Yo tampoco sé cómo se vuelve, pero lo cierto es que volvemos.
Feliz impass Manu!
besos
Molt bonic Helga :-) Feia temps que no donava una ullada al blog. Felicitats maca !
Moltes gràcies!
Et dono la benvinguda de nou, i espero que passis per aquí més sovint.
:)
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Thanks!!
;-)
Veo que ahora tienes otras ocupaciones más importantes que te quitan todo tú tiempo, je, je, je...
Feliz entrada de año, te deseo lo mejor en este nuevo año que nos amenaza, que se cumplan todos tus deseos y triunfes en todos tus proyectos ;)
Besos y abrazos.
http://lablogoteca.20minutos.es/lo-que-me-toca-los-cojones-21/0/
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