domingo, 25 de marzo de 2007

el cielo

A ti que me ves desde algún lugar, que guías mis pasos como musa que inspira al que te escribe como yo; tú que escuchas mi llanto hoy que te quiero hablar, hoy que no tengo palabras, agotadas de gritar, en clamor, en soledad, y que no van a ningún lugar. Sólo tus las coges y las dejas pasar, dime ¿adónde van? ¿dónde las llevas, escondidas entre los dedos, escapándose de ellos?. Caen como mariposas muertas, sin color, y vuelven a mí, y las vuelvo a decir y llegan a ti. Y vuelta a empezar.
Ahogo mi risa con lágrimas del alma, en su mundo gris, y camino y camino y no veo el fin. Y no quiero verlo pero te busco a ti. Me esperas allí, con tus brazos abiertos y las manos sueltas; y de entre tus dedos siguen cayendo una por una cada letra de mi vida, como si naciese allí. Pero yo sigo llorando, para que leas en ellas lo mucho que le quiero y que te seguiré hablando hasta el fin.

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